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Europa se despide de Boris Johnson, el impulsor del BREXIT, sin ninguna pena

El premier no ha hecho más que acumular enemigos y polémicas, sus socios solo esperaban que cayese por su propio peso, como finalmente ha sido.

Durante años, desde el referéndum del Brexit de 2016, las negociaciones y contactos con Londres fueron constantes, una pesadilla diaria con David CameronTheresa Mary, Boris Johnson y sus diferentes equipos de asesores, siempre en rotación. Pero desde la firma del Acuerdo de Salida, del protocolo irlandés y del Acuerdo de Libre Comercio, el cambio ha sido total.

Reino Unido no ha respetado lo firmado, hace casi lo que le da la gana, amenaza sin parar con romper la baraja y ha sacado incluso adelante una legislación que ignora el derecho internacional y hace añicos la reputación del país. La reacción en Bruselas y el resto de las capitales continentales ha sido mínima. Han ignorado los desplantes, se han negado a entrar en el juego esperando “una muerte anunciada”.

EL ACUERDO DE SALIDA, UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Una vez firmado el Acuerdo de Salida la presión y la atención mediática bajó muchísimo. Los dos últimos años de relaciones y de discusiones bilaterales son una colección de decepciones, mentiras, vaguedades, retrasos, embustes y provocaciones. Londres no ha cumplido su parte del trato, la frontera entre las Irlandas es un coladero, el contrabando se ha disparado, no hay controles sanitarios y el tablero político norirlandés está patas arriba.  Johnson no ha ofrecido soluciones, no se ha sentado en la mesa. Bruselas ha cedido una y otra vez, dando prórrogas, extendiendo plazos, respondiendo con tibieza a las ilegalidades, sin dar un puñetazo en la mesa como las acciones justificaban. Eso era lo que Johnson quería, una pelea que nunca consiguió.

Boris Johnson ha tensado las relaciones entre la UE y Reino Unido hasta dejarla en su punto más bajo en la historia. Su dimisión debe marcar un punto de inflexión. Reino Unido se merece algo mejor que el Gobierno tory. Una petición a su sucesor: por favor, deje de quemar todos los puentes y empiece a construirlos», ha reaccionado la española Iratxe García, líder de los socialistas en la Eurocámara. «Sólo el pueblo británico puede pedir cuentas a Johnson. Pase lo que pase ahora, la UE debe insistir en la implementación total del Protocolo de Irlanda. No hay oportunidades con el Brexit, sólo costes, y el Protocolo puede minimizarlos«, ha coincidido el líder popular, Manfred Weber. La obsesión ahora en la Unión es volver a la mesa, que haya alguien con quien poder hablar en serio y resolver la sangría de la frontera irlandesa.

El Brexit ha partido el país y la sociedad británica, ha roto los partidos, provocado elecciones anticipadas, fagocitado a primeros ministros y enrarecido el ambiente. La caída del primer ministro no tiene nada que ver con Europa, pero la estrategia de los tories ante el caos y la destrucción interna ha sido sistemáticamente culpar a los de fuera de sus problemas. Así que el sucesor o la sucesora del primer ministro tiene alicientes para buscar chivos expiatorios. Ante una crisis nacional nada mejor que una bronca internacional, y la cuestión de Irlanda está a mano. No es lo más prudente, ni quizás inteligente, pero está a mano.

En Bruselas la reacción es de casi indiferencia. Hay placer poco culpable en la caída, sin honra, de un líder sin escrúpulos. Los líderes continentales y las instituciones, no piden mucho ahora. No esperan milagros, no necesitan estadistas, se conforman con un líder que respete los acuerdos internacionales, que no rompa su palabra antes incluso de salir de la sala y que pueda devolver a Reino Unido su reputación, dignidad y lugar en el continente.

Noticia Completa: https://www.elmundo.es/internacional/2022/07/07/62c69c1bfc6c837d3d8b457f.html

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